"Blessed those whose way is blameless, who walk by the law of the Lord. Blessed those who keep his testimonies, who seek him with all their heart. " (Ps 119).
Human life often seems to be full of contradictions. Full of absurd facts. Death itself is one of them. And the answer we give to the meaning of our life through faith also seems absurd and unreal. For many people, the fact of living becomes a contradiction.
St. Francis of Assisi, singing to God, once said: "We praise you, Lord, for our sister Death, traveling companion of every living man." Can God be praised for death? Something similar is expressed in the Gospel: "Blessed are the poor... Blessed are those who mourn..." Blessed... But this is the world upside down, because men believe that happiness "is not money, but it cretainly helps a lot", and that who is happy is he who has no worries, who always goes through life with a smile.
What about this message from Jesus that happiness is the world upside down? With my poor words, I would like to help you think of death, for example, as the path that the believer begins towards the happiness of the Beatitudes. And death is an experience of life, which makes us more humble, poorer and freer in the logic of the gospel.
Because life belongs to God and we are in His hands. This is hard to accept. But it is the key to the secret. It is then that it can be understood when it is said: "We praise you, Lord, for our sister Death", or: "Blessed are those who mourn, blessed are those who suffer". It is only then when we are able to transcend mystery.
I do not believe in a magical God, who heals our sick as soon as we ask Him. But I do believe in Jesus Christ, who preaches to us a God who does not overlook human pain when he passes by, but draws near to those who suffer. And he comes so close, with his Son Jesus Christ, that he too has died in an unjust way, assuming our pain and our sin, making himself the Blessed.
It is for this reason that death is no longer absurd for the believer. And so now, in these moments, we sing to life. Thank you, Lord, for the grace of feeling good fortune even in the midst of suffering and death.
In times of Beatitudes, we are invited to think of hope, to recognize that we are but instruments in God's hands or fragile clay through which, if we make ourselves available, God is able to work wonders in and will make blessed (Lk 1:46-55).
Nothing is lost, nothing dies, there is always what marks each one of us, what we were and what we mean to others, especially our good works, they will be our treasure in the world, they will endure in time in the mysterious world of the beatitudes until we meet again and share endless happiness.
Fr. Francisco Hernández, Ed. D.
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EN TIEMPOS DE BIENAVENTURANZAS (MT 5,1-12A)
“Dichoso el que con vida intachable camina en la voluntad del Señor; dichoso el que, guardan-do sus preceptos, lo busca de todo corazón” (Sl 119).
La vida humana muchas veces parece que está llena de contradicciones. De hechos absurdos. La misma muerte es uno de ellos. Y la respuesta que damos al sentido de nuestra vida por medio de la fe, también parece absurda e irreal. Para mucha gente el hecho de vivir se convierte en un contrasentido.
San Francisco de Asís, cantando a Dios, dijo en una ocasión: "Te alabamos, Señor, por nuestra hermana la Muerte, compañera de viaje de todo viviente". ¿Se puede alabar a Dios por la muerte? Algo semejante expresa el evangelio: “Bienaventurados los pobres... Bienaventurados los que lloran...” Bienaventurados... Pero esto es el mundo al revés, porque los hombres creernos que la felicidad "no es el dinero, pero ayuda mucho", y que es feliz el que no tiene ninguna preocupación, el que va por la vida siempre con una sonrisa.
¿Qué pasa aquí con este mensaje de Jesús que dice que la felicidad es el mundo al revés? Con mis pobres palabras, quisiera ayudarles a pensar en la muerte, por ejemplo, como el camino que inicia el creyente hacia la felicidad de las bienaventuranzas. Y la muerte es una experiencia de vida, que nos hace ser más humildes, más pobres y libres en la lógica del evangelio.
Porque la vida es de Dios y estamos en sus manos. Esto cuesta aceptarlo. Pero es la clave del secreto. Es entonces cuando se entiende que se diga: "Te alabamos, Señor, por nuestra hermana la Muerte", o bien: "Bienaventurados los que lloran, bienaventurados los que sufren". Es solo cuando somos capaces de trascender el misterio.
Yo no creo en un Dios mágico, que cura a nuestros enfermos apenas se lo pedimos. Pero sí creo en Jesucristo, que nos predica a un Dios que no ha pasado de largo ante el dolor humano, sino que se acerca a él. Y se acerca tanto, con su Hijo Jesucristo, que él también ha muerto de una manera injusta, asumiendo nuestro dolor y nuestro pecado, haciéndose el Bienaventurado.
Es por esta razón por lo que la muerte ya no es absurda para el creyente. Y por lo que ahora, en estos momentos, cantamos a la vida. Gracias, Señor por la gracia de sentir la buenaventura aún en medio del sufrimiento y de la muerte. En tiempos de Bienaventuranzas se nos invita a pensar en la esperanza, a reconocer que no somos más que instrumentos en las manos de Dios o frágil barro por medio del cual, si nos hacemos disponibles, Dios es capaz de obrar maravillas en nosotros y nos hará bienaventurados (Lc 1, 46-55).
Nada se pierde, nada muere, siempre queda lo que nos marca a cada uno de nosotros, lo que fuimos y significamos para los demás, especialmente nuestras buenas obras, ellas serán nuestro tesoro en el mundo, perdurarán en el tiempo en el mundo misterioso de las bienaventuranzas hasta que nos volvamos a encontrar y compartir la felicidad sin fin.