"Let them grow together" (Mt 13:30)
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"Let them grow together" (Mt 13:30)
In the world there is evil and good. Sometimes we have the impression that there is more evil than good; other times we are amazed at the ability of evil to expand and become evident. Evil camouflages itself and even acquires the appearance of good, distracts us and entertains us with false illusions and consolations, assumes the face of fallacy and deception.
Evil exists in the world, God knows it, but He allows them to cohabit until the last day. What may be the reason for this coexistence until the end? The answer seems to go this way: God's time is not our time and it is up to God alone to classify the world into categories. It is not up to the human being to attribute to himself the function of judge or prosecutor, the judgment is only in the hands of God and Jesus, constituted as judge of the living and the dead (Acts 10:42), and while earthly existence lasts, all human evolution in history is under judgment.
God is not the author of evil, nothing bad comes out of his hands, He does not sow evil and although He allows its growth and expansion, He waits for the right moment to identify it and separate it from good. We must have a lot of tact and wisdom not to intervene too quickly and not to mistreat what is shown as fragile or susceptible. What still has life, because "where there is life, there is hope" as the popular saying goes.
God mysteriously allows the coexistence between good and evil because His vision is set, not in immediacy, but in maturity, because He trusts human nature, even if it is wounded by sin and because He always gives a new opportunity (Lk 13:6-9). Because He lets everyone grow, because "He makes his sun rise on the bad and the good, and causes rain to fall on the just and the unjust" (Mt 5:43-48).
In our ecclesial environment it is common to find people who think they are good and consequently despise others (Lk 18:9). They are harsh and intolerant people, who spend their time handing out trials and sentences. There are even some who dare to judge God Himself: If you are good and just, why do you allow evil to exist and its easy growth and impunity? Let us remember that God created us in freedom, He respects it and cannot hinder free will.
God does not always respond in accordance with the image we have of Him. If He delays the punishment of the sinner it is to give space to conversion, because He is infinitely patient and always gives the one who makes a mistake a new opportunity, a new time to work and purify everything that separates him from His love, but we must also recognize that, although God is eternal, His time has a limit.
He waits patiently for the harvest to ripen to make the separation of the wheat and the weeds on the day of judgment, that day will work his justice and only on that day will there be separation from one and the other, meanwhile, here on earth, his mercy will work, in His time, space to grow together.
P. Francisco Hernández, Ed. D.
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“Déjenlos crecer juntos” (Mt 13, 30)
En el mundo hay mal y bien. A veces tenemos la impresión de que hay más mal que bien; otras veces nos asombramos de la capacidad que tiene el mal de expandirse y hacerse evidente. El mal se camufla y hasta adquiere apariencia de bien, nos distrae y nos entretiene con falsas ilusiones y consolaciones, asume rostro de falacia y de engaño.
El mal existe en el mundo, Dios lo sabe, pero permite que cohabiten hasta el día final. ¿Cuál será el motivo de esta coexistencia hasta el final? La respuesta parece ir por esta vía: El tiempo de Dios no es nuestro tiempo y sólo a Dios le corresponde clasificar el mundo en categorías. No le corresponde al ser humano atribuirse la función de juez o de fiscal, el juicio solo está en las manos de Dios y de Jesús, constituido como juez de vivos y de muertos (Hch 10, 42), y mientras duré la existencia terrenal todo el devenir humano en la historia está bajo juicio.
Dios no es el autor del mal, nada malo sale de sus manos, Él no siembra el mal y aunque permite su crecimiento y expansión, espera el momento preciso para identificarlo y separarlo del bien. Nosotros debemos tener mucho tacto y sabiduría para no intervenir demasiado rápido y no maltratar lo que se muestra como frágil o susceptible. Lo que todavía tiene vida, porque “mientras hay vida, hay esperanza” reza un refrán popular.
Misteriosamente Dios permite la coexistencia entre lo bueno y lo malo porque su visión está puesta, no en la inmediatez, sino en la madurez, porque Él confía en la naturaleza humana, aunque esté herida de pecado y porque Él siempre da una nueva oportunidad (Lc 13, 6-9). Porque Él deja crecer a todos, porque, “Él hace salir el sol sobre buenos y malos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos” (Mt 5, 43-48).
En nuestro ambiente eclesial es frecuente encontrar personas que se creen buenos y en consecuencia desprecian a los demás (Lc 18, 9). Son personas duras e intolerantes, que se la pasan repartiendo juicios y sentencias. Hay incluso algunos que se atreven a juzgar al mismo Dios: Si eres bueno y justo, ¿cómo permites la existencia del mal y su fácil crecimiento e impunidad? Recordemos que Dios nos creó en libertad, la respeta y no pode obstáculos al libre albedrío.
Dios, no siempre responde a la imagen que tenemos de Él. Si dilata el castigo al pecador es para darle espacio a la conversión, porque Él es infinitamente paciente y siempre da al que se equivoca una nueva oportunidad, un nuevo tiempo para trabajar y purificar todo aquello que le aparta de su amor, pero hemos de reconocer también que, aunque Dios es eterno, su tiempo tiene un límite.
Él aguarda con paciencia a que madure la cosecha para hacer la separación del trigo y de la cizaña en el día del juicio, ese día obrará su justicia y sólo ese día habrá separación de unos y de otros, mientras tanto, aquí en la tierra, obrará su misericordia, a su tiempo, espacio para crecer juntos.
P. Francisco Hernández, Ed. D.
